Reflexión
Un milagro
inesperado.
La vida nos
lleva por donde quiere: cuando nos damos cuenta, sobrepasamos las siete
décadas, y nos preguntamos - ¿Dónde yo escamocharía mí tiempo? - Nunca hay
respuesta porque el silencio se las calla, o se las guarda para sí. En tanto seguimos caminando casi a ciegas, o,
mirando cabizbajos por si el insolente
silencio despierta y nos la vuelve a
jugar.
Me
pregunto a veces, si en algún lugar del mundo pude yo guardar- o recoger en
mi cabeza palabras o circunstancias para
reutilizarlas de nuevo. ¡¡Eso le pregunto a mi pensamiento!! Que también lo escamocharía, porque no atino
a encontrar esa respuesta: que no son desvaríos, sino que son lógicas,
personales.
De los desatinos que vivimos, sí, tenemos respuestas: esas jamás se pierden por
el camino, aunque las zarandeen los vientos,
o las inunden las aguas emanadas
de nuestro propio universo.
Por algún motivo, aun por pequeño que fuera, una de estas noches no podía dormir, ¡pero yo no estaba mal, solo
que esa noche algo me impide conciliar
el sueño, - cerrar la mente y los ojos! Utilice
el algoritmo para resolver algo que tenía atravesado en mi mente, y que ni atrás,
ni adelante, ni al medio yo encontraba solución.
Hacia buena temperatura, me di unos cuantos paseos por la casa. Y me asome varias veces al balcón,
todo era normal el mundo jira!! Solo me venía a la cabeza, pintar y comencé con un boceto, cualquiera, sin nada en
especial. Yo soy mui cuidadosa, procure no hacer ruido, ni utilizar productos tóxicos
como el óleo y el disolvente.” Sin saber
cómo me asuste, al caérseme de la mano un pequeño tarro de cristal lleno de agua en el cual limpio los pinceles, vi sangre en mi mano y como de un sueño desperté!! No sé el porqué, mi mente reacciono, dio un
giro total trasladándome, a otros momentos… tire los cristales, mire el reloj, me acosté y dormí seis horas seguidas. No madrugue, y ese día aun tan reciente, me di
cuenta que es mejor reaccionar a tiempo, para no descalamocharse de
nuevo; y no soy supersticiosa, pero algún
astro me guio por el buen camino. La noche estaba clara.
Esta reflexión, es real e inédita, así sucedió.
Autora: Hortensia Alcalá García
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