miércoles, 24 de noviembre de 2021

La galeria de los secretos

 




LA  GALERÍA DE LOS SECRETOS 

 

YO AMABA  A LA  DIOSA

Circunstancialmente,  conocí a un hombre, al cual me costó mucho darle mi confianza. Pero tampoco se la retiré del todo  ya que supe ver que tras su mirada triste ocultaba algo muy  profundo - algo que desde la niñez alguien le dejó sellado para siempre, y que al  poco tiempo  de la conversación él ya muy enfermo se  lo llevó a la tumba.

Durante unos días  charlamos de ello -  a ratos- que se fue alargando con el paso del tiempo, hasta que dejó de entrar. Pero  todo lo que contaba era de máxima importancia. Y cuando lloraba sería  el llanto  del  sufrimiento más duro y bello que se pueda ver reflejado en la voz rota de un hombre, - emborrachado de dolor.  

 Hombre mayor: de familia acomodada. Formación académica: historia del arte. Dominando a la perfección todos los estilos. Su pasión y dominio por la belleza, llegó a ser el lenguaje habitual de aquel niño  chico, que creció, sin el amparo de su padre. 

  Él  me contó cómo fue su infancia  sin escaseces, ni demasiadas exigencias, en los estudios ni en su comportamiento. Disfrutando la  libertad. 

Padre ausente del entorno familiar; la mayor parte del tiempo  debido a su trabajo, “negocios” en los que su vida transcurría con holgura e independencia familiar.  

 Madre: Mujer  de espectacular  belleza, ya con varios  hijos. Estudios: como sus antepasados;  historia del arte. Dominante - con gran rango de tiranía y algo descuidada  en su  aspecto  personal. 

Él: niño obediente, buen estudiante, tercer hijo  del matrimonio.  Este me contó que en la escuela lo que se le resistía era el dibujo que le aburría. No encontraba tema para dibujar, menos aún el color que daría  a su dibujo. Algo que pronto descubrió  cuando a los 14  años, comenzó su “gozoso” calvario.

Un día;  mientras fumaba un cigarrillo, sosegado y en calma, sin prejuicios, ni miedos pasados - o - arrepentimientos. Él me dijo así: “Yo amaba a la “Diosa”. ¡Como él la llamó! Yo le pregunté: quién era la diosa, y comenzó a hablarme en el mejor “lenguaje.” Me dijo que al fin entendió   la importancia y color del dibujo  y su valor, que lo dibujó  con la mente y  el alma en colores blanco- negro y rojos  de cadmio.

 El- me mostro, un dibujo a lápiz sencillo y nada de bien dibujado; en blanco y negro.

Casi sin darle importancia…, le miró y le digo - ¡No me extraña que no te guste dibujar, pues se te daba fatal! Me miró  muy serio  invitándome a recorrer su estudio  en los sótanos de una casona, mal cuidada y envejecida, aunque muy grande,  “en su día señorial”. 

El hombre,  tomó  una linterna, - como dije  antes, todo estaba zarrapastroso.  Hasta  se olvidaba de reponer las bombillas fundidas en la escalera, de acceso al sótano. La visita no me asustó,  ya que fue virtual, pero se apreciaba muy bien bajando la escalera de piedra oscura  y  mármol blanco, que no fue visitado  ni cuidado. Las arañas  bordaban sus telares  con absoluta libertad  por todo el trayecto de la gran escalinata. Muy curiosa por cierto, ya que aun bajando tanta escalera, se iluminaba con luz del día, pues tenía acceso a otra calle desde el sótano, y  al parecer fue galería de arte  familiar  durante años.

La luz se colaba por todos lados, aunque las grandes ventanas de cristal estaban sucias, los visillos de raso con  bordados  en seda al  filtiré. Dejan  pasar la luz creando una atmósfera cálida de luces y sombras. 

¡Comencé  a ver enseguida con detenimiento, las obras  impresionantes,  y de muchos años de casi- cautiverio de este niño,  a,  hombre!       

En primer lugar  el cuadro: Tabla en grandes dimensiones dibujado con maestría, y coloreado al óleo,  titulado: (Madre  amamantando  al niño). Trata de una mujer de mediana edad;  sentada en sillón de caña, decorado con un cojín en  lino, estampado, rojo con rosas blancas,  detalles en rosa y verde pastel. 

Segundo: Mujer,  cabello largo rizado – recogido  en la nuca, resbalando algunas greñas desde la frente hasta los hombros, “lactando a un niño” - joven de catorce años, sentado en el regazo de su madre; bordeándola con un brazo por la cintura y la otra mano sosteniendo el pecho. - Ella- piernas separadas, falda levantada, y gesto de satisfacción. 

En tanto el joven,  manejando con destreza la pasión por el arte. Se dibuja así mismo. (Niño chico, miembro de hombre erguido), “pantalón caído”; trata de regar la fragante y acariciadora rosa del rosal del jardín de la musa;  mientras dibuja toda la pasión sin límites, que se apoderó  del viciado momento. En este caso no solo la belleza  sino que supo plasmar  y combinar: belleza- pasión- dolor- amor, música, poesía y perfume. 

Superación

Otro caso de superación. Este  dibujo al carbón,  del adolescente, trata de un niño  andrajoso, pequeñito, con alcance  grande y  se repite en cada momento: lienzo, papel, carboncillo, lápiz,  incluso en  las paredes más ocultas  del viejo estudio  que cada uno de ellos supera al anterior.

Continuando el recorrido, por la vieja “galería” pinturas y dibujos,  llenos de telarañas se veían por todos lados especificando números e imágenes. Distintas  posturas en momentos diferentes, pero con los mismos protagonistas; que en afanados vaivenes continuos - seguidos de palabras calladas, risa y escrito en clave musical…relatan  la misma historia.

 Este cautiverio duró tres años, hasta que marchó de la casa familiar buscándose  la vida, como Gigoló. Para volver años más tarde  tras la muerte de su padre.  El joven artista  situó su estudio y una escuela  de Arte en la vieja galería. 

En tanto:- Mujer; sillón de mimbre polvoriento, cojín de  rosas.  Vestido negro de encaje, mui descuidado, zapatos de tacón  negros en  charol. Cabellos blancos melena enlazada con cinta de raso negro.  Un viejo blog de dibujo  y tres lápices de grafito  desgastados,  sostenidos en el regazo de la Diosa. Que se dibuja con: - falda drapeada, con desgarros  y mugrientos lamparones. Se encuentran varios folios arrugados por dibujos desechados  de  repetidos intentos hasta conseguir dibujar- un universo vacío, en el que solo ella se reuniría  con sus recuerdos.- Más bocetos, libros de arte, cajitas de lata con cochinilla, que  utilizó para pintarse ella, y plasmar  del color del  cadmio su última obra.

 (Sillón de mimbre envejecido, a la espera del  último suspiro).  

 

(LA GALERÍA DE LOS SECRETOS

 

Libro: 

GALERÍA DE LOS SECRETOS

(UN UNIVERSO VACÍO POR UN GOZOSO CALVARIO)

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Hortensia Alcalá. Escritora: Sociedad de autores de Euskadi

Sociedad de autores de Euskadi

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