LOS ABANDONADOS
En la quimera de la vida
En la quimera de la vida:
escandalosamente feliz. O ridículamente soñadora. Dando pasos inciertos o certeros. Retándole al destino, al dinero o
sin dinero. Poder cumplir la promesa que en algún momento se hace, consciente o
inconscientemente -mientras lloramos o lamentamos los sucesos sin importancia,
se nos van los importantes.
Historias de niñas, historias de madres, historias de amor
y desamor.
Historias de mujer
de principio a fin.
La niñez es la edad que más cunde, parece que la noche es
eterna y el día también. Nos movemos más y pedimos mucho aunque no obtengamos casi nada. Protestamos nos
enfadamos - pataleamos y con un guantazo por no escuchar las razones de los
mayores se nos acaba el pataleo, y nos vamos a jugar. “Hoy en día sin guantazo”
-Luego
está la adolescencia también conocida como la edad del pavo. Esta
es más difícil. La chica
cursilona que cree que porque ya es mujer, tiene más derechos que nadie
y no hay manera de hacerla callar. Si la madre le niega cosas, acude al padre-
si la madre tiene la suerte que su marido la respeta y dice a su hija
protestona…, que ella ha de hacer lo que diga su madre, entonces la joven va
donde sus abuelos que sabe que uno u el otro le van a dar lo que pide.
Pero los padres o hermanos no son tontos
y uno u otro le dejan caer lo pamplinosa y pedigüeña que es, así un día por una
cosa y otro por otra, va haciéndose más arisca y desobediente, a la vez que más
celosa, y, miente para conseguir cualquier cosa.
-De igual modo está el joven
que porque ya le oscurece el bigote, va creyendo que el mundo es un
pañuelo y él lo tiene por los cuatro cantos.
Entonces ya que hoy en día no les falta de nada, se visten a la última
moda, se cortan el pelo degradado con tupe, y con su pedazo móvil; salen a
comerse el mundo, pero eso lo hace la edad, ya que el mundo no se come. Y, según van creciendo se dan cuenta bien por
escarmientos o fracasos que le hicieron recapacitar a tiempo, o porque se
dejaron aconsejar: poco a poco van razonando y pensando en que la vida se la
tiene que ganar cada uno con sus valores respeto, y con dignidad.
-La edad
del matrimonio tradicional. Cinco décadas atrás, más tres años o más de noviazgo. Cuando el
novio estaba en el servicio militar, la
novia se quedaba en casa guardando la ausencia. Así de mientras después de
salir de trabajar y, los domingos
después de misa, se retiraban a casa a ayudar a las madres a la
cocina e ir al lavadero público o al
rio, a lavar la ropa del trabajo y de toda la familia. El tiempo
restante se dedicaba a escribirle la carta diaria, que nos costaba una
bronca de la madre por gastar en papel
y sellos, ya que nosotras no manejábamos
dinero pues entregábamos en casa todo el
sobre integro. También a coser y bordar
el ajuar, pues en cuanto el novio se
licencie hay que casarse: sería la única
manera de tener un poco de autonomía
propia, y de otro lado porque ya va
siendo hora de que se traigan los niños al mundo antes de que se pase “el
arroz” la edad seria entre los 24 o 32, años- distinto era que cuando ya todo el trabajo estaría hecho
entonces que no había pastillas
antiBeibis, pues a los cuarenta
te ganarías el gran susto. ¡Que si tú que si yo, pero otro más en la familia…!
Entonces no se perdía ni un embarazo,
¡ni trabajando duro! Aunque se llegaran a tener cinco o seis hijos, ya
nosotras no pero las de principio del s.XX
llegaron a tener 15 y mas también.
En aquellas generaciones se ganaron las mujeres muchas palizas, ya que
el hombre las culpaban por dejase embarazar, pero si se negaban supongo que
también les pegaban. Entonces no nos enterábamos de si las llegaban a matar
como lo hacen ahora, además a diario algunos; (brutos del diablo).
-Lo peor
de la generación de los 70 y anteriores, -fue
la unión católica cristiana – que firmamos para toda la vida. Como las hipotecas de ahora en el s.XXI. Toda
la vida de ataduras perdiendo muchos sueños anhelados, y que ni ellos ni
ellas pudieron cumplir, y siempre resignados.
-Por
todo ello -matrimonios mal avenidos,
hijos que comenzaron a trabajar a la edad en la
que los padres se casaron,
llevando ya trabajando desde los 14 años. Pero no quisimos los padres de entonces
que ellos fueran a trabajar sin prepararse bien - sin estudiar una gran carrera
o una buena preparación. Entonces las madres cesamos el trabajo contributivo,
para sacar adelante a la familia con escasos recursos. Un sueldo no daba para mucho, y trabajamos en
casa tareas sin fin, pues para arrimar unos duros al salario del hombre;
cosíamos o bordábamos en casa, (mucho que hacer y poco dinero) que entonces se hacía, “economía sumergida”
así se llamaba. Pero nos pagaban poco y trabajamos más
que quienes continuaron trabajando en la
fábrica. Nunca fuimos reconocidas ni agradecidas, por los hombres o al menos
por muchos de ellos, que decían que estábamos a la buena vida, mientras ellos
trabajaban aunque después del trabajo no dieron ni golpe en casa…trabajo Txikiteo,copa
café y puro a diario!!! Ufff: ¡¡ya no digo más que todo se sabe!!
-¡De modo que! - El crucero que nos deja a la otra
orilla, de la juventud –nos traslada a
la vejez, esa ya es la eterna “juventud”. Tras la jubilación, el tiempo es imparable y ni siquiera tenemos
memoria para quejarnos. Solo decir que nuestra pensión es pequeña, y por si fuera poco todo el mundo quiere tirar de los
pensionistas. Hay que salir con el Inmerso, para dar trabajo a
muchos. Hacer de niñeras con los nietos del alma, ya que lo hacemos con gusto,
pero también por obligación pues los padres de los niños tienen que trabajar… y
otros porque no les llega el dinero que, en los padres separados, las más
listas son las mamis los despluman con ayuda de las abogadas feministas a los “papis”
y el que se resigna a perderlo todo es el que le toco bailar con la más fea.
Los más listos se defienden como pueden.
….Y cuando llegue el final, sonara la nº21 de Mozart-
Andante
Ahora que se va la vida
Quiero escribir al amor
Como si la vida fuera
Prisionera del dolor.
Pero el amor no se escribe
Solo se puede vivir
Mientras que la vida pasa
Sin poderlo conseguir.
…y seguimos esperando.
Mientras llega
la vejez
Ahora que se va la vida
y no lo podemos ver.

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