domingo, 9 de julio de 2023

LOS ABANDONADOS


 

LOS ABANDONADOS

 

En la quimera de la vida

 

En la quimera de la vida: escandalosamente feliz. O ridículamente soñadora.  Dando pasos inciertos  o certeros. Retándole al destino, al dinero o sin dinero. Poder cumplir la promesa que en algún momento se hace, consciente o inconscientemente -mientras lloramos o lamentamos los sucesos sin importancia, se nos van los importantes. 

Historias de niñas, historias de madres, historias de amor y desamor.

 Historias de mujer de principio a fin. 

La niñez es la edad que más cunde, parece que la noche es eterna y el día también. Nos movemos más y pedimos mucho aunque no  obtengamos casi nada. Protestamos nos enfadamos - pataleamos y con un guantazo por no escuchar las razones de los mayores se nos acaba el pataleo, y nos vamos a jugar. “Hoy en día sin guantazo”

            -Luego está la adolescencia también conocida como la edad del pavo.  Esta  es más difícil. La chica  cursilona que cree que porque ya es mujer, tiene más derechos que nadie y no hay manera de hacerla callar. Si la madre le niega cosas, acude al padre- si la madre tiene la suerte que su marido la respeta y dice a su hija protestona…, que ella ha de hacer lo que diga su madre, entonces la joven va donde sus abuelos que sabe que uno u el otro le van a dar lo que pide. Pero  los padres o hermanos no son tontos y uno u otro le dejan caer lo pamplinosa y pedigüeña que es, así un día por una cosa y otro por otra, va haciéndose más arisca y desobediente, a la vez que más celosa, y, miente para conseguir cualquier cosa.

            -De  igual modo está  el joven  que porque ya le oscurece el bigote, va creyendo que el mundo es un pañuelo y él lo tiene por los cuatro cantos.  Entonces ya que hoy en día no les falta de nada, se visten a la última moda, se cortan el pelo degradado con tupe, y con su pedazo móvil; salen a comerse el mundo, pero eso lo hace la edad, ya que el mundo no se come.  Y, según van creciendo se dan cuenta bien por escarmientos o fracasos que le hicieron recapacitar a tiempo, o porque se dejaron aconsejar: poco a poco van razonando y pensando en que la vida se la tiene que ganar cada uno con sus valores respeto, y con dignidad. 

            -La edad del matrimonio tradicional. Cinco décadas atrás, más  tres años o más de noviazgo. Cuando el novio  estaba en el servicio militar, la novia se quedaba en casa guardando la ausencia. Así de mientras después de salir de trabajar y, los domingos  después de misa, se retiraban a casa a ayudar a las madres a la cocina  e ir al lavadero público o al rio,  a lavar la ropa del  trabajo y de toda la familia. El tiempo restante se dedicaba a escribirle la carta diaria, que nos costaba una bronca  de la madre por gastar en papel y  sellos, ya que nosotras no manejábamos dinero pues entregábamos en casa  todo el sobre integro.  También a coser y bordar el ajuar, pues  en cuanto el novio se licencie  hay que casarse: sería la única manera de  tener un poco de autonomía propia, y de otro lado porque ya  va siendo hora de que se traigan los niños al mundo antes de que se pase “el arroz” la edad seria  entre los 24  o 32, años- distinto era que  cuando ya todo el trabajo estaría hecho entonces que no había pastillas  antiBeibis, pues  a los cuarenta te ganarías el gran susto. ¡Que si tú que si yo, pero otro más en la familia…! Entonces no se perdía ni un embarazo,  ¡ni trabajando duro! Aunque se llegaran a tener cinco o seis hijos, ya nosotras no pero las de principio del s.XX  llegaron a tener 15 y mas también.  En aquellas generaciones se ganaron las mujeres muchas palizas, ya que el hombre las culpaban por dejase embarazar, pero si se negaban supongo que también les pegaban. Entonces no nos enterábamos de si las llegaban a matar como lo hacen ahora, además a diario algunos; (brutos del diablo).

            -Lo peor de la generación de los 70 y anteriores, -fue  la unión católica cristiana – que firmamos para toda la vida.  Como las hipotecas de ahora en el s.XXI. Toda la vida  de ataduras perdiendo  muchos sueños anhelados, y que ni ellos ni ellas pudieron cumplir, y siempre resignados.

            -Por todo  ello -matrimonios mal avenidos, hijos que  comenzaron  a trabajar a la edad  en la  que  los padres se casaron, llevando ya trabajando desde los 14 años. Pero no quisimos los padres de entonces que ellos fueran a trabajar sin prepararse bien - sin estudiar una gran carrera o una buena preparación. Entonces las madres cesamos el trabajo contributivo, para sacar adelante a la familia con escasos recursos.  Un sueldo no daba para mucho, y trabajamos en casa tareas sin fin, pues para arrimar unos duros al salario del hombre; cosíamos o bordábamos en casa, (mucho que hacer y poco dinero)  que entonces se hacía, “economía sumergida” así  se llamaba.  Pero nos pagaban poco y trabajamos más que  quienes continuaron trabajando en la fábrica. Nunca fuimos reconocidas ni agradecidas, por los hombres o al menos por muchos de ellos, que decían que estábamos a la buena vida, mientras ellos trabajaban aunque después del trabajo no dieron ni golpe en casa…trabajo Txikiteo,copa café y puro a diario!!! Ufff: ¡¡ya no digo más que todo se sabe!!

-¡De modo que!  - El crucero que nos deja a la otra orilla,  de la juventud –nos traslada a la vejez, esa ya es la eterna “juventud”. Tras la  jubilación,  el tiempo es imparable y ni siquiera tenemos memoria para quejarnos. Solo decir que nuestra pensión  es pequeña, y por si fuera poco  todo el mundo quiere tirar de los pensionistas.  Hay   que salir con el Inmerso, para dar trabajo a muchos. Hacer de niñeras con los nietos del alma, ya que lo hacemos con gusto, pero también por obligación pues los padres de los niños tienen que trabajar… y otros porque no les llega el dinero que, en los padres separados, las más listas son las mamis los despluman con ayuda de las abogadas feministas a los “papis” y el que se resigna a perderlo todo es el que le toco bailar con la más fea. Los más listos se defienden como pueden.

 

….Y cuando llegue el final, sonara la nº21 de Mozart- Andante

Ahora que se va la vida

Quiero escribir al amor

Como si la vida fuera

Prisionera del dolor.

Pero el amor no se escribe

Solo se puede  vivir

Mientras que la vida pasa

Sin poderlo conseguir.

…y seguimos esperando.

 Mientras  llega  la vejez 

Ahora que se va la vida

 y no lo podemos ver.

 

 

 

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Hortensia Alcalá. Escritora: Sociedad de autores de Euskadi

Sociedad de autores de Euskadi

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