Arte: - didáctico - poético
Un cuento
El milagro de la naturaleza. Lirios
azules.
Sara: era muy joven cuando
encontró entre los escombros por las obras de una casa familiar un manojo de
planta de lirios, recién extraído de la tierra por las excavadoras. La joven
observó la planta y continuo camino a casa, pero de repente se dio la vuelta
para volver a por las flores, y se encontró con Maritxu, dueña de la finca
recién destruida. Triste y cabizbaja le
ofreció a la joven las flores de sus manos manchada de azul por el color y la
frescura que aún conserva al estar unidas al tronco.
-Al
llegar a casa la joven le muestra a su madre los lirios diciendo - ¡mira ama,
me las ha dado Maritxu, de la casa de San Juankale. ¿podemos plantarlas en casa?
Pero sabiendo cuanto crecen y las
raíces tan grandes se pensó tirarlas ya que en macetas no crecen bien.
-La
vecina de enfrente escucho la conversación y comento, que junto a su terreno
tiene buen sitio para plantarlas a la intemperie. Así fue que se plantaron en
el paso publico junto a la pared de la escalera que sube al monte.
-
En tan solo unos meses entró la primavera, y de cada bulbo brotaron tallos de
los que en pocos días se alzaron largas hojas mostrando el lirio a un oculto del
que en breve se abrirá la flor de lis. (La flor de lis – lirio, es hermafrodita
como muchas otras plantas).
Así durante unos años a los
vecinos de enfrente desde el balcón, en cada primavera nos alegraba ver
retoñecer la planta de la flor de Lis, (Iris azul).
Un
día a últimos de agosto durante la comida se generó una fuerte tormenta con
tromba de agua, que entro en la casa anexa a la pared en la que dormitaban los
lirios destrozándolo todo y, se dieron por perdidas.
Dos años más tarde la casa se reconstruyo
y en el lugar de los lirios solo crecía un laurel.
Paso un tiempo. Un día cara a la primavera junto al laurel
asomaban retoños verdes, y la joven ya tres años mayor, dijo a su madre: - será
una casualidad, pero creo que son las flores que plantamos; de Maritxu.
Así fue que, en unos días se
abrieron varias varas de lirios mostraron su color y el delicado olor que
recuerda a las iglesias -o templos sagrados, los elijen tal vez como símbolo de
belleza y paz para el alma.
Paso poco tiempo cuando la mano humana del hombre
insensible, demostrando su maldad absoluta, en cada primavera, rompía de cuajo
con su garrote azotando las plantas y flores – hechos que repetía cada año, volviendo
a herir los sentimientos de quienes disfrutamos con la belleza natural.
“Las flores respiran”
En 2020 en el confinamiento - covid-19. – Una
mañana me asomo al balcón a respirar: y pese a las tristezas vividas y
continuadas por la situación en el mundo; algo me alegro la vida. Quise ser la
que no con un garrote, pero con una tijera de podar y la mascarilla, bajé
desobedeciendo la orden de autoridades sanitarias, nacionales e internacionales
de salir a la calle, aunque fuesen 10 pasos, con el único motivo de salvar la
vida de los lirios.
¡¡Ese día no saldría con la suya
el insolente maniático!!
Baje; y
pidiéndoles perdón, corte las dos varas en flor con cuatro hojas del lirio, las
deje encima de la mesa de la cocina y de nuevo rogándoles el perdón por mi
torpeza y con la piel de gallina en mi cuerpo y los ojos inundados: Lar dibuje
en la tabla que tenía por casa, y los colores me venían solos a la mano. Los
ojos seguían enlagrimados: no me dejaban ver, ni entender el por qué lo hacía,
¡¡y porque me salían también…!!
- ¡Una vez acabado el trabajo-al
verlos retratados – colgados encima de mi cama… sentí todo lo contrario, sin
remordimiento!!
Así cada noche al ir a dormir las
remiro por si necesitan un retoque de “color o para ver si me ponen mala cara: ¡¡pero al parecer no desean nada!! Nunca lo piden, no lo necesitan.
-Tres años después, el hombre
insensible y arrogante… pasa de largo, con paso inestable, - ¿Las troncho o las
dejo? - Pero quizás su conciencia aun ajena de que aquellos dos lirios del año
que tanto nos hizo sufrir sobrevivieron, regados en llanto - aún viven ellos no
murieron, se quedaron acompañándonos eternamente.
Nota: Lo poco que fui al colegio cuando niña, en
los recreos la maestra me castigaba arreglando las plantas del campo escolar,
que hoy en día aun esta con las mismas plantas de las flores de lis. El castigo
seria por faltar mucho a la escuela: tenia que trabajar con 11 años… La vida
nos enseña y nos ayuda a sobrevivir.
H A G
Cheña
LOS LIRIOS
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