Promesa
fatal:
IV
Pasadas unas semanas solo el silencio
se hizo visible en la vida de Dora, ella no podía entender, que
Eliseo no apareciera por ningún lado paseando a su nieto en el
cochecito.
Dora, habla entre si; se dice no
entender que quiazas el hombre de los ojos azules y pequeñitos, se
molestara por que entendió que ella seria una despistada por perder
el libro...” pero es cierto que fue un olvido “sin fundamento,”
¡¡Tendría que fijarse un poco mas en lo que tiene entre manos!!.
Al día siguiente, Dora se pinto las
uñas y cambio de peinado, ¡¡este algo mas juvenil!! se vistió
con colores mas vivos y vanguardistas de acorde a la época estival.
Se puso un poquito mas del perfume que a ella le gusta, si!! por que
sabe bien que a Eliseo también le gusto; por que se lo notaba Dora
cuando en el parque se acerco a el!! Así que se decidió a salir a
la calle de nuevo a despejarse un poco que esta algo aturdida e
inquieta.
Un chaparrón inesperado le hace
refugiarse en una cafetería, donde pide un café y el periódico.
No para de llover;. Dora es curiosa
por eso se sentó en la mesa mas cercana a una ventana, para ver
cuando cesaba la lluvia. Por unos instantes se ausento del mundo en
su mente, apoyo el codo en la mesa y la mano en su frente...y
suspiro. Después tomo el ultimo sorbo de café y retiro de su lado
el periódico, cruzo las piernas golpeando la silla del otro lado,
al separar la silla de la mesa, vio un libro como el que ella perdió
en el parque. Se puso nerviosa y sin pensarlo lo abrió y fue a la
ultima pagina... Dora Antunez Muñoz.
Menuda sorpresa!! Ella llamo al camarero de la cafetería y pregunto
como llego el libro hasta allí, el le dijo que no tenia ni idea. Y
continuo pasando hojas del libro, hasta que encontró una nota
escrita en el reverso de una tarjeta de direcciones de una
asesoría jurídica. La nota decía: (fue
una promesa, ¡¡Dora lo siento!!).
Esa noche seria para Dora una noche complicada, pues Eliseo tenia 73
años, entonces no podía ser de su trabajo la tarjeta.
Era domingo
sobre el mediodía, se celebran comuniones. Dorita la nieta de Dora
y toda la familia salen de la iglesia tras recibir por primera vez el
sacramento de la eucaristía. Entre el tumulto Dora busca el modo
de salir. -Ya mas retirada, terciada sobre su brazo izquierdo
sostiene la chaqueta que ella misma días antes tricotó para ese
día. Era beige con una cinta azul en la cintura.
Por un momento
Dora siente la necesidad de ir al parque del palacio del Duque de
Sotomayor, que fue tan amable hace un tiempo de abrirlo al publico
para el disfrute de la ciudadanía y visitantes a la Villa. Al
cruzar la verja de entrada al entorno del palacio. Dora sintió
como una sacudida de angustia, pero continuo la marcha adelante hasta
el asiento de madera donde esta normalmente se sentaba cuando el
banco estaba libre, a la sombra de un gran Roble. Junto a los
rosales de rosas roja y blancas.
En esta ocasión
alguien ocupaba el asiento, pero ella se sentó también ya que
parecía estar algo mareada. Dora paso los dedos por su cabeza
colocándose el pelo, después se froto las manos y se coloco encima
de las piernas la chaqueta de Dorita.
El
hombre de mediana edad la miro, se incorporo y le pregunto si se
encontraba bien. ¡¡Si muy bien gracias!!.
-El insistía en ayudarla; le presento sus respetos y le dijo
llamarse Bruno. Ella le dijo su nombre. En este caso fue Bruno el que
tubo que sentarse rápidamente.
-Bruno le dijo
que desde hacia unos días, se acercaba a ese sitio para buscarla,
que debía darle un recado. -Que el recado se le perdió...y no sabe
donde lo dejo. Que si su padre levantara la cabeza, le pondría
fino” por ser así de despistado. Pues no le gustaban los descuidos
a su padre... pero Bruno continuaba despistado y no se fijo que Dora
lloraba al escucharle... que ya supo el por que de la ausencia de
Eliseo. Bruno continuaba relatando.... Dora llorando.
Bruno, le contó que su padre le dejo
el recado y de donde podía encontrar a la mujer que le limpio la
cabeza con una toallita de bebes. Que tenia una sonrisa la mas
maravillosa que vio jamas. Que le hacia temblar si la miraba. Que el
no podía mirarla, por que le gustaba a rabiar. Que el le prometió a
su esposa desaparecida por larga enfermedad, que él jamas se fijaría
en otra mujer. Y no fue su culpa ni el la busco, pero apareció la
mujer. Eliseo, luchó contra su propia voluntad. Delicado de
salud!! Forzosamente cumplió la promesa para la eternidad.
Ella: Dora.
El: Bruno.
Hortensia Alcala Garcia
15/5/2013
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