Día internacional del libro
Feliz día internacional del libro.
Un libro no envejece, no caduca, ocupa poco sitio y
nos hace compañía. Pero es aun mucho más que eso, nos habla y nos hace reír, a
veces llorar, nos hace sentir, nos hace pensar!
…Y si al lado en un vasito de agua le ponemos unas rosas…, todo lo demás ¡Saldrá solo! Así nos lo dejo Cervantes.
Yo hoy quiero aprovechar para notificar que: “La Niña del columpio (Nunca
perdí la inocencia). Nos presentara muy
pronto un hermano, de nombre: Galería de los secretos Un universo vacío por un gozoso calvario. Que le trae muchos recuerdos y mucha nostalgia. Que en
cuanto la autora vuelva de un viaje, lo festejaremos por todo lo alto, Y para
hacernos a él damos un cambio por la página y algo que en breve podremos leer.
Prologo:
Unos
fragmentos del prologo.
Hortensia Alcalá, que a sus más de siete décadas, y pese a
no haber ido a la escuela, decidió lanzarse a la aventura de escribir sus
recuerdos, sus reflexiones y sus ideas, «porque —como bien explicará ella misma
dentro de unas páginas— la memoria cansada y agotada no da más de sí». Me ha
recordado tanto a mi madre… Y por tantas cosas… Su historia es una historia de
vida, una de tantas historias de personas que, como mi madre, como Hortensia,
vivieron los tiempos oscuros de la posguerra y la dictadura del carnicero; una
de tantas historias de los nadie, de aquellos de los que hablaba Galeano,
aquellos «hijos de nadie, dueños de nada», aquellos que, armados solamente con
su hambre y su afán de justicia y
libertad, lucharon por mejorar sus condiciones de vida. Pese a todo, pese a
todos. Los nadie, que, cansados de represión y hambrientos de pan y justicia,
vivieron con miedo el cambio de régimen, pensando que aquella guerra ya lejana
podía volver a repetirse. Siempre vivieron con ese miedo, alimentado por las
fuerzas represoras, conocedoras de que así podrían mantener a las masas
calmadas. Los nadie que ahora, cuarenta años después del fin de la barbarie,
ven con estupefacción como los que gobiernan, en vez de preocuparse por
gobernar, que para eso cobran, se dedican a generar odios y a engendrar violencia.
Y ellos, nuestros padres, nuestros abuelos, se han visto obligados a volver a
tomar las calles, como hicieron cuatro décadas atrás, aunque ahora armados con
medicamentos y botellitas de agua —«por si se nos hace la hora de tomar las
pastillas y no estamos en casa»—. Porque Hortensia, la protagonista y autora de
esta sensacional historia, es una de esas luchadoras que cada lunes, se manifiestan en el País Vasco para luchar
por unas pensiones dignas, una de esas personas que con su ejemplo provocan que
muchos tengamos que agachar la cabeza
por vergüenza, tras tomar conciencia de nuestra cobardía acomodaticia. De todo
esto, y de mucho más, nos hablará con pluma lúcida Hortensia, porque, aunque la
memoria flaquee, el vigor y la fortaleza de sus ideas siguen más fuertes que
nunca. Así, en esta obra que están a punto de comenzar —en cuanto este cansino
prologuista deje su perorata—, leerán quejidos a gritos contra la injusticia
social, contra el machismo, contra el abuso, contra las violaciones impunes y contra
la violencia de género; leerán sanísimos y lúcidos ejercicios de autocrítica,
en los que nuestra autora entonará un mea culpa por lo que, desde su
perspectiva, se ha hecho mal; leerán sabías reflexiones sobre este alocado mundo 2.0 en el que
vivimos, sobre la voz adormecida del pueblo, sobre hijos que se hacen viejos en
casa por el mal reparto de viviendas y trabajo.
. Y todo esto adornado con algunos de los espectaculares
óleos que la propia Hortensia ha pintado y que ha tenido a bien ofrecernos… y
sus poesías, que también es poetisa esta brillante autora. Lo tiene todo. No
les entretengo más. Les dejo con su pluma ágil y con su mente libre; les dejo
con su fortaleza, con su rebeldía inagotable y con su afán de libertad; les
dejo con su sinceridad, con su dignidad y con su experiencia. Les dejo con
ella, con Hortensia, con sus letras y sus colores. Tengo la firme convicción de
que no se arrepentirán de haberse lanzado a este viaje literario que he tenido
el honor de prologar.
Eternamente agradecido
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