sábado, 10 de julio de 2021

Sophia y los fantasmas del recuerdo

 


El padre Lorenzo saca de la pequeña mochila un tomo pequeño de la biblia, y se acerca más a la piedra en que está sentada Sofía. Frente a frente comienza a leer una epístola.

Introitos.­_ Gaudeámus  omnes in Dómino die festum celebrántes sub honóre beáte Maríe Virginis.

Epístola.-Yo soy la flor del campo y el lirio de los valles. Como azucena entre espinas, así es mi amiga entre las vírgenes. Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los hijos de los hombres. Sentéme a la sombra de mi amado, y su fruto es dulce a mi paladar. Regalóme con vinos exquisitos y ordenó en mí la caridad. Fortalecedme con flores y con olorosas manzanas, porque desfallezco de amor. Su mano izquierda está sobre mi cabeza, y me abraza con su diestra. Mi amado me habla. Levántate, date prisa amiga mía paloma mía, hermosa mía, y ven. Pasó ya el invierno, cesaron las lluvias. Han aparecido las flores en nuestra tierra, ha llegado el tiempo de la poda, la voz de la tórtola se ha oído ya en nuestra tierra, la higuera ha dado sus higos; las viñas florecidas han exhalado su perfume. Levántate, amiga mía, hermosa mía y ven casta paloma mía, que anidas en las peñas, en los huecos de los muros, muéstrame tu rostro, oiga yo tu voz, pues tu voz es dulce y muy lindo tu rostro.

 

Se miran durante unos segundos y el discípulo del señor se pone en pie y dando unos pasos adelante salta una peña a donde se cobija una mata enorme de Jara que ya tiene preciosas flores y aunque son pegajosas y de olores amargos corta las dos que están a más altura y Lorenzo se las ofrece a la mujer que lo mira desde cerca y se pone en pie con una sonrisa aceptando el ramillete, y no pudo ser pues, el religioso resbala en la roca de pizarra y cae al suelo, sin soltar las flores de la mano que continúa ofreciéndoselas a la mujer que no para de reír por el percance y baja a ayudarle a levantarse del suelo áspero entre abrojos aún verdes. Sofía le sacude la ropa que huele a jaras.

Continúan en pie muy cercanos,  y ella se quita la malla negra que viste bajo el blusón sedoso transparente blanco, él la mira en tanto le suelta dos botones del blusón Para mirarla, continúa mirándola…. Y se desnuda el torso. Acercándose más, le retira el pelo a Sophie que ella se lo recoge con una cinta blanca como su cabello y lo ata en lo alto de la cabeza dejando caer para atrás la coleta. En tanto el sacerdote nombra a dios saca el móvil y da clic a un video con la canción que más le gusta. Emma Chaplin, Spente le Stelle… da su mano a Sophie, y comienzan a bajar descalzos como penitencia, dejando atrás las ropas despojadas. Solo con lo puesto y al volumen más alto de la música bajan por el camino escabroso sin hablarse sin nada que decir ni más que hacer que cogerse mano derecha con mano izquierda que, al llegar a la orilla del agua del pantano, en un atardecer de luz resplandeciente, estrellándose en el agua, con el horizonte de fuego al frente.

Continúan callados embobecidos extasiados. La música apura hasta el último tono, en tanto se adentran, alzan la otra mano entre burbujas relucientes. Y es lo último que retrata el agua clara limpia y pura del pantano, como blanca y pura es también la espuma de la orilla testigo de ver el momento del final de dos vidas temerosas de recibir el final por separado.

La tarde se disipa dando paso a la oscuridad. Por la misma zona de hace más de sesenta años, dos almas que vagarán junto a los fantasmas del recuerdo

No hay comentarios:

Hortensia Alcalá. Escritora: Sociedad de autores de Euskadi

Sociedad de autores de Euskadi

https://twitter.com/AEEEIE/status/1169639428932984836?s=04&fbclid=IwAR0TzfM9iCv2lrhRb_FKFQfb6-76nA3-j4FT6PuFKuGdm8WT8CFS0KKODzA