ENCRUCIJADAS DE LA VIDA
Niños prodigio:
Llamarnos así a los abuelos y bisabuelos, será una fanfarronada
pero humildemente lo fuimos y continuamos siéndolo. Los que se fueron y
los que aún estamos, que conocimos el cine mudo y pasamos al sonoro. ¡Saltamos
de un beso a dos rombos, para entrar en el despelote
completo! Comprendimos la música y quisimos imitarla para sentirnos más
actualizados y libres.
El grupo Abba: aquel que
hace cinco décadas nos incitaba a cantar en inglés sin apenas conocerlo y
movernos a su ritmo, entonces nos dejamos alargar la melena y tintarla de rubio
claro, ¡fuera bien con tú físico o no! Vestir con faldas largas estampadas y
blusa hippy, pañuelos y collares-bohemios… “todo alegría”. No obstante, el
mundo nos va dejando de lado, ya apenas recordamos y menos practicamos
vivencias. Las reservas se ahogaron con las últimas lluvias de cada invierno,
si algo quedó en verano se quema; dejando inválidas las raíces.
-Quizás por confusión o curiosidad ya pasadas seis décadas y algo más, la
vida evoluciona innovando el mundo cada vez más desconocido para los ya
viejos Hippies. En tanto descubrimos que las nuevas tecnologías digitales, son
tentadoras y muy interesantes... pues volvemos a soltarnos la melena, y en esta
ocasión acortamos las faldas; cada vez más cortas, tanto que ya se nos ve hasta
el culo, y, a base de cursillos aprendemos lo antes no aprendido, así
conociendo un lenguaje nuevo aunque no fácil, nos atrevemos a utilizarlo. (Es
que fuimos y somos atravesados y algo rebeldes).
En los últimos quince años con la
jubilación, para no aburrirnos, nos vamos desenvolviendo por el mundo
moderno que proporciona Internet, al igual que a manejar el teléfono móvil y la
tv, digital, pedir las citas médicas o para ir a la peluquería. Del mismo modo
hacernos páginas web, buscar en los foros y navegar. Conocer a más internautas,
a veces con suerte de toparnos con antiguos amigos de la infancia, ya
con cabellos blancos al igual que los dientes, que se cambiaron por
los descoloridos o negros, roídos por el tabaco y el alcohol. También cuerpos
retorcidos por los esfuerzos del trabajo y grandes caminatas, o comida
escasa.
Aunque a pesar de todo, nos va quedando
dentro de la mochila buena parte del material aun no usado - porque nunca lo
usamos los de antes. Lo guardamos intacto aun por si un día llegará su momento,
ese momento que hoy en día, lo usan sin reparo alguno, y sin pensar en sus
consecuencias las nuevas generaciones. Miedo y profundo pesar me va dando lo
que se nos avecina. Gran desazón por si un día tu nieta de 14 o 15 años te
llega a casa pidiéndote de tu pensión para ir a una clínica, porque se puso
donde no debía, porque, nadie nos obliga si no queremos, porque nuestro cuerpo
nos pertenece. El radicalismo extremo por todos lados es como la política
traidora, que solo produce desazón y muerte. Jóvenes maravillosas. Jóvenes
maravillosos y bien formados. Libertades si… siempre con cautela. Lo malo ya lo
pasamos nosotros, aprovecharlo para crecer, para saber y respetar, para
amar y ser correspondidos/as, que vuestros descendientes puedan valoraros en
ese mañana que tan rápido llega. Para que al abrir vuestras mochilas como dije
antes; no se avergüencen de sus progenitores y valoren a sus ancestros.
Se suele decir al
referirse a personas mayores, - “como los viejos” ¡no nos ofende la frase pues
viejo es todo lo que desgasta el tiempo! “Nada malo en ello”. Lo bueno poder
contarlo y hacerlo entendible, pues estamos infinidad de personas que solo
fuimos a la escuela hasta la edad de hacer la primera comunión...
“cercanos a los ocho años” después servimos para trabajar ayudando a los padres,
aunque fuera cuidando hermanos, y
limpiando la casa
ENCRUCIJADA
Ellos cruzaron sus
miradas cuando paseaban por el malecón. Los 50 años transcurridos no
impidió que ambos cuerpos se estremecieran surgiendo una alerta
importante, como no podría ser de otra manera. En el interior de ambos se
despertó el sueño con cierta lucidez y se dejaron llevar.
No se pierde la
memoria, cuando el sentir es real la mente la recupera. El
paseo continúa contemplando las mareas. Pero llegaron más días, más paseos, más
alertas; por si volvieran a verse, y recordar las vivencias. Claro que
vuelven a verse, en compañías opuestas, aligeran el paseo cabizbajas las
miradas, con las manos temblorosas secan de pronto la frente o unas lagrima
pérdidas, que vuelven a estar presentes. Mientras tanto continúan
mientras suben las mareas que van borrando las huellas que cruzan
continuamente – y se van a paso lento por el malecón en calma, disfrutando
de la tarde, que parece que promete... aparentemente suave como lo es en
septiembre, cuando la brisa requiere vestirse con camiseta y
remangarse la falda caminando por la arena. Sensaciones – sensaciones con
directas o indirectas, se pierden entre el tumulto por direcciones opuestas.
Han pasado varios días, sin paseos ni
palabras, ni acompañados ni solos, y sin cruzar las miradas.
Sentimientos agridulces, una angustia o una
calma, es lo que queremos ver, lo que los cuerpos demandan, y volvemos a
perdernos por la misma encrucijada, sin decirnos lo que somos, sin contarnos lo
que fuimos.
Queda la melancolía, la indiferencia,
y la pena que el destino nos guardaba, cuando más falta nos hace un
poquito de cariño, comprendido y disfrutado porque nunca lo tuvimos -
pero aun no sería tarde. Es que el amor no se busca, ni se compra
ni se vende - solo se debe tener cuando la razón lo entiende. Como la vida es
muy loca..., como aquello que alguien dijo- tanto tienes tanto vales, no
desperdicies el tiempo porque es oro… ya lo sabes. Y más tarde o
más temprano, encontraremos lugar en el que la vida fluya cambiándonos de
sitio, para podernos juntar. No me conforme con ello pues yo quería encontrarte
y te confundí con otra, la seguí para abrazarte. Te he llamado varias veces
¡¡Mercedes por favor abre!! Di patadas a la puerta que se cayó hasta la
calle, 48 clavos necesitó el carpintero para poner un remiendo o sostenerla de
nuevo. ¡¡La pena fue que no eras tú!! Y volvemos a la espera la paciencia es
infinita, los años se van pasando. Con tantas penas los pliegues los cuerpos
están bordando. Ya no atinamos a hablar, desoímos las palabras; si
nadie puede cuidarnos nos rascamos los bolsillos y tendremos que pagar,
que gratis no se hace nada.
Sentados en una silla de
las que ruedan sin chófer, a la sombra de aquel sauce donde jugamos de niños.
En un momento de despiste del dolor que nos precede yo pude escuchar mi
nombre cuando llamaste Mercedes. Aunque con voz temblorosa llorando te
respondí, tú me cogiste la mano, y me secaste los ojos que por fin estamos
juntos y no me olvide de ti.
Nunca lo hubiera pensado
cuando de mozos nos dimos el beso tan deseado, se enteraron nuestros padres,
nos dejaron sin salir, nos enviaron muy lejos y no volvimos a vernos, y
después de tantos años esta historia tan penosa volvimos a repetir.
Pero aquí estamos de
nuevo como barco a la deriva, luchando por nuestro amor, luchando por nuestra
vida. Pero no temas Alfonso, nadie nos va a separar, guardaremos el
secreto, y viviremos en paz.
Mercedes y Alfonso, cada
día se esperan para el desayuno, después salen al pequeño parque en el
entorno de la residencia en la que se encuentran, donde charlan de sus
cosas, ya no temblorosos ni con la voz rota. Lejos de familias, lejos de
su tierra. Retoman sus vidas más de siete décadas, el amor es fuerte, la
dicha completa. Menos afligidos, menos olvidados del mundo derecho,
caminos torcidos los que ellos pisaron. Y vuelven a verse, a darse la mano esperando
juntos - recuperar aquello que no disfrutaron.
Alfonso:
Aún nos queda tiempo
Mercedes del alma, de seguir la vida el tiempo que dure la salud en
calma.
Mercedes:
Comenzar de nuevo que la
vida es larga, antes fue muy corta, cuando tú no estabas, pensando – pensando
que estuve olvidada, que no me quisiste, que ya no me amabas. Te seguía
esperando pero no llegabas. Las noches eternas traían los días con nueva
esperanza. Me fui haciendo vieja, salieron las cana, fue lo que me hizo olvidarlo
todo, sin pensar en nada.
Alfonso:
Mi pobre Mercedes, yo sí te esperaba, salía en
tu busca y no te encontraba, ¡te fuiste tan lejos – tan lejos, allá a la
montaña!
Mercedes:
Vamos a casarnos Alfonso del alma, viviremos
junto allí adonde estaba, pues tenemos casa, muy cerca del agua, donde el sol
suave deja disfrutarla.
---Y, pasan más años, la salud
aguanta la que en otro tiempo fue recuperada. La paz que vivimos el amor
alcanza, no importa la edad, sobran las palabras, la vejez se acepta, la vida
no es mala, si reconocemos que las cosas pasan.
Mercedes - Mercedes: amiga del alma, he
tenido un sueño, en el que volaba, tú estabas conmigo en cuerpo y
en alma. No quería perderte y te sujetaba. Pasábamos puentes, ríos y
cañadas, pueblos y ciudades, el mundo gritaba. No solté tu mano, no quise
soltarla, no puedo irme solo porque me haces falta. Allá adónde
vamos la tierra nos tapa. Las rosas florecen, azules y blancas, la lluvia
las riega, el frío las mata pero no del todo, que raíces quedan en una
mochila para repartirlas y recuperarlas.
Juntos dormiremos el sueño que aguarda.
Hortensi Alcalá García
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