Amor en el agua
Mañana de principios de
verano. Camino por la senda que
me acerca al río. Como cada jueves visito el viejo y ya abandonado convento de
las madres Siervas de Maria. Cuando
amaino el paso ya que en el frondoso jardín desde lejos puedo apreciar que entre
los rosales vigilante y serena,
se encuentra Sor Maria de los
remedios. Al acercarme levanta su mano izquierda, ya que con la otra mano maneja la tijera de
podar para cortar las rosas, hoy algo mojadas por las gotas del roció; ya que la primera hora de
la mañana es fresquita. Llego a la altura de la angarilla de entrada y con una
carcajada de alegría me invita a entrar.
¡Córtate unas rosas que aquí hay muchas y la hermana
Inocencia; ya se llevo otro buen ramo!
-Ya sabes! las blancas que ati te
gustan…pues son las que mas le gustan a ella y llego antes que yo. Me comenta la monja haciendo alarde de su
buen humor.
Entramos a la capilla pues no le gusta nada que me
“escaquee” para no entrar y rezar un poquito; normalmente lo hacemos a manera
de canto.
Ella se queda y yo
con mi manojo de rosas entremezclados
los colores, me dispongo a dar el paseo algo mas largo aprovechando que
no hace calor. Me dirijo al acantilado,
desde el cual el alcance de la
vista al mar es mayor.
A lo lejos puedo ver con claridad como se acerca un navío de grandes dimensiones, el
cual a mi modo de ver, parece tener
algún problema; Y no es raro ya el mar esta algo turbulento. Ya
cercana al puerto me tienta la curiosidad y a la altura del puerto me bajo por
una gran escalinata de piedra entre muro y barranco, que llega hasta el rompeolas. Desde allí todo se aprecia mejor.
Pues efectivamente
traen problemas y, por momentos comienzan a salir los pasajeros.
De a bordo. ¡No parecen asustados pero se les nota algo
inquieto!
Me pongo las gafas y
el sombrero ya la mañana va avanzando y el sol también. Me siento en el
muro frente al gran barco…sin dejar de la mano mi ramo
de rosas tricolores. Me cambio de postura
para evitar el sol en los ojos; y observo que alguien desde la aleta del
lado derecho, me esta mirando. Es un hombre por lo que puedo apreciar Árabe va vestido con su “ Kandora” o túnica,
en color blanco roto; también el turbante, del mismo tono pero reliado con algo
trenzado en color morado. Su cara es como la Cera y la porcelana, al igual que
sus manos finas y alargadas. No se por que pero me quedo embobada mirándole sin
poder retirarle la mirada;
pero es que yo jamás vi algo
igual!!
El hombre Árabe me miraba y se sonríe mientras yo me imagino con una cara de tonta…que pa que!! Cuando quise darme cuenta, los pétalos de mis
rosas frotaban sobre el agua. Mientras
el hombre me señala con el dedo
¡que mire abajo! me puse en pie
agarrándome el sombrero y me quite las gafas de sol. Mire abajo. Con gran sorpresa nos vimos reflejados
entre pétalos de rosas y las burbujas del agua en movimiento,
semejantes a las perlas más bellas. Como la mejor pintura al óleo Renoir:
mientras el vaivén, de las olas nos une
y nos separa. Nos rompe, nos dibuja, nos rompe. Nos une, nos separan. Como
danza, al vaivén del más movimiento. Me toma,
me deja…el me toma…el me acaricia en el agua. Me acerca, me aleja
jugando en el agua. Que nos une nos separa. Belleza en el agua. Como delfín y
sirena, jugando en el agua. Deseos de amores
nos incita el agua. Delfín y
sirena amándose en agua. Placer desbordante se siente en el alma. Navega el navío,
el arte se escarcha. Le veo alejarse ya
la mar en calma. Temblando en la orilla
se quedo mi alma. Mi cuerpo desnudo la mirada rota llorando en silencio me quede
en la playa.
Hortensia Alcalá García
Día 2/7/2012
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2 comentarios:
Esta es una sorpresa, querida Hortensia: No sabía de tu blog y me he convertido en tu seguidor. Me daré un tiempo menos apretado para ponerme a leer tus escritos.
Además cuentas con mi afecto.
Que sorpresa amigo Vicente. Sabes que eres bien venido. Y que es todo un gusto contar con tu amistad.
Muchas gracias. Nos vemos. Un abrazo, Hortensia
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