(Destello
de una estrella)
Episodio
XI
Camino a casa por la calle Okendo,
cercano a la vivienda de su propiedad, ya que la heredo de su
difunta abuela. Dorita invita a su mamá a subir unos minutos,
desea ventilar un poco la casa que con tan buen gusto y capricho
tenia Dora. -Irene aunque se siente algo molesta por la decisión
de su madre de dejarle en herencia la casa a su nieta única hija
de Irene. Pues esta acepta la invitación y le acompaña a la
chiquilla que con ilusión y alegría se dispone a enseñarle y
comentar a su mamá, todo y cuanto va viendo a su alrededor.
El sol del otoño, se cuela por
cualquier rendija de las ventanas de madera algo envejecidas y quizás
fuera de moda” pero así le gustaban a ella. Tal como los cristales
nada de aislantes!! El ruido de la calle es vida, al igual que la
luz, y el viento. ¡¡No debemos sentirnos como las sardinas en
lata!! Para combatir el ruido cuando no me apetece oírlo...pongo
música. Me gusta escuchas las risas de los niños cuando salen del
colegio...que charlan y ríen todos a la vez, creando un coro de
voces alegres y dinámicas. También el murmullo de los enamorados y
sus risas de felicidad. Alguna que otra discusión de parejas mal
avenidas...pero reales, ellos sabrán sus motivos de discusión; y
como solucionarlo. Todo esto respondía Dora a su yerno cuando le
decía que debía poner ventanas aislantes, cosa que ella siempre
respondía que le gustaba sentir la vida. Oír el ruido para no
sentirse sola.
La joven Dorita, se sienta frente el
escritorio y tocador de la casa. Pasa unos instantes mirándose en
el espejo, mientras sostiene en su mano derecha un lápiz de labios
que en sus días usaba la abuela. En tanto mira la foto sostenida
por un porta fotos de madera...se pinta los labios, se ondula la
melena aunque su cabello es negro, que no “rubio. Se viste un
vestido ya pasado de moda ademas de señora mayor, que tomó del
armario; también unos zapatos de tacón que para adaptarlos a su
pie tubo que introducirle unos algodones de colores que encontró
en el cajón del tocador.
Conecto la computadora y buscó la
música que escuchaba Dora... clic al bolero CUANDO VUELVA A TU
LADO, instrumental romántico, el favorito de Dora...siguió los
pasos que indica a pie del archivo, iniciando el baile en
coreografía.
Irene en principio se molesto, pero en
vista de que en todo contraria a la chiquilla, se viste otro
zapato de su Madre, y sigue los pasos de Dorita, como quien inicia
un baile por primera vez. La niña la mira entrecortada, pero
continua, dando los pasos iniciales. Irene clica de nuevo el bolero
y comienza el baile con destreza y una soltura magistral. Se
envuelve en los pasos volteando a su hija que la sigue “atónita”.
Irene sube el volumen.... baila, interpreta, sueña por que cierra
los ojos.... y es por que sueña...por que muerde sus
labios....mientras sueña...y sueña. Por que soñando se ve
igualmente a ella. Con su madre bailando, por que su madre
sueña...mientras lagrimas riegan igualmente el rostro de Madre
triste, también su madre sueña. Y ella sigue soñando sueños
mientras recuerda. El calor de sus manos, el olor de su mesa. El
tacto de sus besos de niña en otras fechas. El tiempo que termina.
Que la vida a la muerte lleva. Un llanto contenido esbozando
belleza, la Madre de la niña sonríe para ella. La música
termina... juntan sus manos ellas... un abrazo infinito
Destello de una estrella.
Hortensia Alcala Garcia
14 /10/2013.
2 comentarios:
Buenas tardes Hortensia, un buen relato donde al final madre e hija recuerdan a Dora, medio disfrazadas con sus ropas. Al final, creo que no debe de dolerle que la casa de la abuela Dora , se salte la linea directa de la herencia.
Te dejo mi beso de ternura
Sor.Cecilia
Así es Sor, además de este modo la mama y Dorita, se van conociendo un poco mas, que ya esta se hace mayor y la madre parecía no darse cuenta. Muchas gracias.
Un abrazo.
Hortensia.
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