El coronavirus, trae
fuerza-mucha más que los ejércitos. Esto es un combate sin ruido sin
destrucción de edificios, sin sangre en las calles ni personas a pedazos, de las que vemos por
televisión a las horas de comer y que nos hacen tirar la comida por la taza del
Wáter.
La situación se
complica ya por minutos, en todo el mundo. Los sanitarios en esta ocasión
salvadores de vidas humanas, están agotados y muchos ya dan positivo. Los
hospitales están colapsados, y a penas se dan altas medicas: todo lo contrario
si las dan a las pocas horas vuelven a ingresar y algunos mueren.
Los que nada podemos
hacer como jubilados, niños, o
trabajadores de fabricas y demás quedarnos recluidos en casa, y tratar de
mostrarles nuestro agradecimiento y apoyo a los sanitarios, que son los más
implicados y expuestos. También solidarizarnos
con las familias de los que se van por esta causa. Unirnos aunque sea
virtualmente al dolor que están sufriendo en sus carnes. El aplauso de la noche
aquí en España es a las 20h. Ya se está haciendo cada día más amplio y variado,
con cantos liricos, o instrumental. Aquí ya tocan unos minutos las campanas. Y finalizan esos
10m, con una traca que el estruendo del pepinazo, hace sentir un escalofríos que recorre el cuerpo con la misma rapidez que sube dejando estelas bajo el azul añil, en un cielo
despejado pero triste aun sin la compañía de los astros, solo se aprecia una
diminuta y tímida luna, ascendente - en tanto oscurece otra noche que antes del sueño nos dará mucho
que pensar. Todos estamos en el mismo barco, este es el mayos de los buques de
guerra jamás construido, es el paraíso de los desamparados, y de los poderosos,
embarcados todos – mientras vamos a la deriva por el mismo destino, por la
misma causa. En esta cruel y silenciosa
guerra somos todos del mismo frente. Todos miraremos cada día al cielo por si
nos visita alguna aurora boreal que de un toque más romántico al horizonte. Esperaremos
cada día un despertar sin sobresaltos. Buscaremos en la música un momento del recuerdo, de esos recuerdos que
se fueron quizás porque nunca llegaron. La ilusión forma parte de nuestras
vidas y viajan con cada uno de nosotros. Y el llanto vuelve a hacer presencia
en los corazones, que no entienden al igual que los niños, de guerras de muerte
de tanto sufrimiento.
Ahora resistir el chaparon es lo que nos queda. Ratos de llanto,
ratos de nostalgias, ratos de risa camuflada, cuando hablamos con los demás, por
eso de los engaños piadosos, algo que no me gusta pero que a veces son
precisos.
Los
niños están siendo los más reales, comprenden la situación y con entusiasmo
esperan que esos días pasen y todo vuelva a la normalidad, ellos lo dibujan en
los colores del arco iris, y los cuelgan en donde pueden así ponen luz a la oscuridad, y alegría a la vida.
Con
amor: Hortensia Alcalá García
6 comentarios:
Muy bueno. Saludos Hortensia, un beso grande y cuidate mucho, para que sigas deleitándonos los ojos, y el alma. PacoPepe.
Muchas gracias Paco...y a cuidarse que lo necesitamos.
Saludo.
Hortensia
Como siempre, profundos tus pensamientos. Cuidate Hortencia y ánimo todo sucede por algo...que nos hará reflexionar. Besos.
Eso es Martha, ahora nos toca esperar para seguir caminando por la vida. Gracias y cuídate también. Fuerte abrazo
Saludos Hortensia. Me encantó que lo cuentes así...tan natural, sencillo y humano.
Este virus se coronó por si solo, en régimen dictatorial. Debemos volver a la democracia.
Un abrazo en la distancia y el tiempo.
Buenas noches Ceciely. Ya esto poca solución tiene, cuando pase todo lo veremos mas claro según la reacción de los gobiernos.
Saludos fuerte abrazo.
Hortensia
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